sábado, 28 de agosto de 2021
HUBO MUCHAS VECES
Hubo muchas veces...
Los cuentos muchas veces comienzan con...Había una vez..., pero en este caso, hubo muchas veces... un señor llamado René, hombre joven y bien agraciado, tipo 35 años o por ahí, de profesión decorador, exitoso en su trabajo, hijo de una familia tipo, padre, madre y un hermano, novia y amigos.
René tenía frecuentes encuentros semanales con diferentes damas, que ante su invitación de "auto a auto", o en la calle o mirando alguna vidriera; él se acercaba a la bella dama, lograba rápidamente su aceptación a conversar, tomar algo y habitualmente dentro de la o las horas siguientes ya estaban en el hotel. Evidentemente tenía un muy buen ojo clínico.
Este modo de estar en el mundo le permitía tener efímeros momentos de placer pero que simultáneamente le producían un gran malestar, pues le decía a su analista que sufría mucho, pues "mire lo que le estoy haciendo a mi novia".
Se refería al daño que le hacía a ella sin tomar conciencia del daño que se podría estar haciendo a sí mismo.
Un día, como tantos otros, observa en la calle a una mujer de la que se siente muy atraído; despliega todas sus habilidades de seducción y una vez más, (por eso al comienzo decíamos que hubo muchas veces), logra su cometido.
Y ocurre lo impensado, que marca un antes y un después en esta práctica de "conquistador compulsivo?", "Sentí que estaba frente esa hermosa mujer, sensual, con un cuerpo escultural con la que me sentí muy atraído."
Instalados ya en el hotel comienza a sentir que nunca había experimentado un placer igual al ser besado, esos labios, esos besos eran para él únicos. Nunca había sido besado de esa manera.
El encuentro sigue su curso, pasan de los besos a las caricias y ya en ese tramo descubre que no estaba con una mujer, sino con un hombre.
Experimenta una gran conmoción, -que proviene del latín, commotio, un movimiento o perturbación violenta del ánimo o del cuerpo-, que en este caso fue del ánimo y del cuerpo.
Pasado ese momento el encuentro siguió adelante, no solo en el tiempo de estancia en el hotel, sino en el gran tiempo, que va mucho más allá del turno de dos horas.
Comienza así una relación amorosa que se extiende en el tiempo y se enamora de esta persona en el marco de un amor correspondido.
Contemporáneamente, René pasó de ser consultante a ser paciente en su espacio terapéutico, gracias a la paciencia lograda, que le permitió profundizar en su buceo interior y descubrir sus propias verdades.
En realidad es el objetivo último de un proceso de análisis bien llevado, acompañar al paciente a descubrir sus propias verdades, que en este caso se trataba de descubrir su homosexualidad. La finalidad de la compulsión que padecía le impedía contactarse con esta verdad que lo habitaba.
He leído en alguna oportunidad que los analistas trabajan en función de hipótesis que se van planteando, algunas de las cuales se van confirmando, otras se van refutando y ello es lo que les indica el norte de la brújula que los guía.
También he sido informado de la importancia de la neutralidad del analista, ya que no es quien juzga ni critica, ni quien decide sobre la vida del paciente, sino que lo acompaña en una búsqueda certera.
René experimentaba un sincero agradecimiento a sí mismo por su coraje y a su analista, también por su coraje, por ser buena persona, leal a sus convicciones y sus valores, por su paciencia y calidez y por haberlo acompañado en esta búsqueda interior, que le permitió lograr estados de felicidad superadores de los efímeros momentos de goce.
Eduardo Larriera
20 07 2020
EROS Y TANATOS
Eros y Tánatos
Soy algo mayor, tengo como 64 años, me estoy jubilando y además estoy en cuarentena.
Soy padre de varios hijos, todos ellos ya viven su vida en sus propios espacios y están bien con sus vidas.
Vienen a casa con alguna frecuencia, los fines de semana, pues les gusta los asaditos y nos queremos mucho; o nos queremos mucho y les gusta los asaditos.
Con mi mujer tenemos una vida de prolongada buena convivencia, serena, agradable, con momentos de encuentro muy bonitos, nos acompañamos en saludables caminatas casi todas las mañanas y aunque algunas pocas veces nos trenzamos en tontas discusiones, siempre nos miramos, nos sonreímos y seguimos el día casi como si no hubiera ocurrido entredicho alguno.
Algunas veces me da la impresión que aprendemos y otras no, como si repitiéramos situaciones de enfado a la búsqueda de poder hacer un aprendizaje.
Quizás las repetimos con la escondida idea de que alguna vez, por haber transitado varias veces por ese camino, terminemos aprendiendo.
Pero también puede ser que, aunque la vida nos brinda segundas, a veces terceras y hasta más oportunidades, no nos alcancen y esta sea un motivo de tal repetición.
Ella también se está jubilando; en realidad ya se jubiló hace más de un año. Pero al decir que se está jubilando también digo que lo sigue haciendo.
Y como dicen los psicólogos, ambos estamos "duelando" nuestros tiempos llamados productivos en el ámbito empresario.
Y me encuentro pensando que también tengo por delante variadas actividades por hacer, que me gustaría realizar y que no me agrada definirlas como productivas, sino más bien como placenteras.
Mi psicólogo me alienta a que descubra, entre mis verdades, qué es lo que me gustaría hacer en el tiempo por venir; qué hacer me produciría satisfacción y me permitiría hacer un lugar real hoy a aquellos deseos que han sido postergados.
También me dice que jubilarse no es comenzar un camino que nos lleve hacia la muerte, sino que estaría muy bueno aprovechar este nuevo tiempo para transitarlo con satisfacción y alegría hasta que un día nos llegue la hora.
Encima estamos viviendo un tiempo en el que las limitaciones de movimiento y de encuentros con nuestros seres queridos, por no saber hasta cuando se prolongará, nos conecta más claramente con la realidad de la finitud de la vida.
Es algo que, si bien todos lo sabemos, habitualmente no estamos pensando ni pendientes de ello.
Me doy cuenta de lo vital, (Eros), saludable, estimulante, positivo, de pensarse como quien está viviendo hasta que la muerte un día venga a buscarme, pues como no sabemos cuándo va a ocurrir eso, me dispongo a hacer hasta el último momento de mi vida lo que más placer me produzca y disfrutar de ello
En cambio, aceptar pasivamente la idea de que al dejar la vida productiva comenzamos a vivir hacia, en vez de hasta, es lo opuesto a lo vital.
Y qué es lo opuesto a lo vital?, (Tánatos).
Alguna vez he leído que Freud toma estos conceptos como pulsión de vida y pulsión de muerte. Eros y Tánatos.
Será así entonces?, que nuestra vida transcurre por un camino a veces soleado y otras oscuro; por momentos con alegría y en otros con tristeza; tiempos de entusiasmo y otros de abulia, serenidad y enojo, paciencia e impaciencia, fortaleza y debilidad, lucidez y torpeza, y casi un sin fin de opuestos que si logramos percibirlos, sentirlos y pensarlos, quizás nos ayuden a descubrir nuestras propias verdades y el verdadero sentido de nuestra vida.
Será algo que podremos hacer?, nos lo merecemos?
Lo seguiré charlando con mi Psicólogo.
Eduardo Larriera
12 05 2020
BRINDO POR VOS
Brindo por vos
Usted eso no lo puede hacer, le dijo con cara de malo el inglés enojado.
Y ella le contestó que no podía dejar al bebe en su casa.
No es posible, no está previsto que sea así, usted debe arreglar sus cosas pero no puede venir a trabajar con su bebé a la oficina, no es posible, ¿a quién se le ocurre?
A mí, habrá pensado ella, aunque no se lo dijo.
Todo esto dicho por el inglés con cara de malo y en un castellano de colonizador tipo spanglish.
Juancho era un bebe recién nacido pocos días antes y la verdad es que no recuerda la escena, jaaah!, pero sí recuerda la forma en que su madre, con emoción y orgullo, relataba la escena.
Percibía que la decisión de su madre provenía de sus tripas con la enorme fuerza que respaldaba lo que hacía con profunda convicción.
Corría el año 1946 y los ferrocarriles estaban en ese momento en manos de los ingleses, la legislación no contemplaba estas situaciones y los sindicatos prácticamente no existían.
En ese contexto la mamá de Juancho decidió por su cuenta que iría a trabajar, pero que llevaría a su pequeño hijo con ella.
Corajuda la vieja, aunque en aquel tiempo no tan vieja, andaba por los 35 años, con firmeza y una importante cuota de coraje.
Si bien hemos sido enseñados/domesticados para el no coraje; "no te metas", "no seas el cabecilla", "deja que otros hablen", "vos cuídate", etc.), ella era leal a sus convicciones y se percibía claramente en el relato de Juancho el agradecimiento a su madre, pues en su accionar contracultura dejaba a sus hijos una importante enseñanza.
Vivían en Temperley y la oficina en la que trabajaba la mamá de Juancho estaba en Constitución, así que ella debía caminar las 7 cuadras que distanciaban su casa de la estación Temperley, subir con el cochecito por las escaleras del puente que le permitirían llegar al andén por el que pasaba y paraba el tren a Constitución.
Juancho hoy no tiene datos y ya no hay testigo vivientes a quienes consultar, así que no podemos saber por cuánto tiempo se habrá mantenido esta situación, pero la vieja enfrentó la enfrentó ante su jefe inglés y él se la tuvo que comer con fritas.
Como el 28 de septiembre pasado la corajuda madre hubiera cumplido 110 años, Juancho con este sentido relato, nos invita a levantar las copas y brindar por ella, en memoria a su fuerza, su coraje para tomar riesgos y su capacidad para sostener las decisiones alineadas con sus valores y principios.
Feliz cumple 110!
Eduardo Larriera
30 09 2020
¿PROFESOR DE QUE?
Profesor de qué?
Yo era estudiante de Derecho y teníamos la posibilidad, al cursar el último año, de escoger una asignatura de libre configuración.
Mis compañeros de cursada eran estudiantes que se encontraban finalizando sus estudios. Éramos de diferentes carreras y teníamos en común haber elegido la misma asignatura. Nuestros compañeros eran de Enfermería, Odontología, Arquitectura, Ingeniería en Caminos, Administración de Empresas, etc.
Mi compañera y yo escogimos la materia Mentoring, pues nos pareció que podría ser útil para el futuro desempeño de nuestra profesión.
El profesor de la asignatura era sudamericano, no recuerdo si era uruguayo o argentino o de uno de esos países.
Era algo mayor, Psicólogo y la verdad es que fue una experiencia bonita e interesante y hasta emocionante.
En la primera clase nos habló de la Percepción, decía que todo en la vida se inicia con la percepción. Que si hay algo que no percibimos como un problema no podremos hacer nada para resolverlo.
Explicó y mostró que son los puntos ciegos. Nos propuso un ejercicio sencillo que nos permitió observar la existencia de límites en la apreciación de nuestro campo visual.
Se trataba de observar dos pequeñas marcas hechas en un papel a una distancia de unos 12 centímetros una de otra; la consigna era ver con un solo ojo la marca del lado opuesto a ese ojo (izquierda/derecha) y variando la distancia del papel en relación con nuestro punto de observación, manteniendo el otro ojo cerrado, a una distancia de unos 30 centímetros aproximadamente, dejábamos de percibir la otra marca.
Dijo que a esto se le llamaba el Punto Ciego del Ojo, que ocurre porque donde se inserta el nervio óptico en la retina, en ese punto no hay células que puedan percibir la luz ni los colores.
Luego nos preguntó si también existirían limitaciones en nuestro funcionamiento intelectual y emocional, es decir, temáticas que no logramos comprender o situaciones en las que nuestra capacidad de sentir está bloqueada. Y en ese caso, que consecuencias tendría no percibir ciertos datos de la realidad.
Y comenzó a preguntar y preguntar. A mi amiga y a mí nos llamó la atención que sus clases no eran exposiciones como a las que estábamos acostumbradas, las llamadas clases magistrales.
Éste nos hacía preguntas y tomaba nuestras respuestas para explicar lo que nos quería transmitir, y funcionaba bien la cosa.
Para ilustrar lo que nos explicaba nos planteó la siguiente situación. Imaginen, dijo, que en una esquina dos automóviles chocan.
Uno es un coche "pistero", cupé descapotada, rojo vivo o amarillo huevo, conducido por un joven de unos 18 ó 20 años y el otro coche es una rural familiar, conducida por una mujer embarazada.
Invitemos a las 10 personas que vieron el choque dijo y pidámosles que relaten lo ocurrido.
Preguntó, si obtendríamos un relato único? a lo que respondimos que no; se dijo en el grupo que podríamos llegar a tener hasta 10 relatos diferentes.
Preguntó sobre los motivos de estas posibles diversas apreciaciones y por las respuesta que fuimos dando, quedaba claro que los "puntos ciegos" que estarían operando serían los pre-conceptos, o prejuicios, o supuestos psicológicos que modelan nuestro sistema perceptivo.
Dijo a continuación que el objetivo del mentoring es ayudar a ampliar la visión y superar los puntos ciegos.
Quienes estuvieran preocupados o temerosos por la conducción temeraria de los jóvenes cómo explicarían las causas posibles del choque?, y en cambio donde pondrían el énfasis quienes pensaran que una mujer embarazada se encuentra en un estado que la lleva a estar más atenta a lo interno que a lo externo?.
Luego nos dijo que, seguramente cada uno de los dos conductores solicitaría atención de su compañía aseguradora y si no tuviera una respuesta satisfactoria, cada uno pondría un abogado para lograr que un juez "administrara justicia".
Y agrega irónicamente que, afortunadamente los Jueces no tienen puntos ciegos, por lo cual el tema quedaría bien resuelto.
Mi compañera y yo, ambas estudiantes de Derecho, nos sentimos muy mal con esa conclusión. Planteamos nuestro disenso con cierto enojo. Se trabajó en el grupo el tema, pero a nosotras nos quedó un mal sabor que nos llevó a estar muy atentas durante varias de las siguientes clases.
Con el avance de la cursada nos fuimos "amigando" con el profe, pues pudimos reconocer que en su propuesta educativa había algo valioso y diferente a lo conocido hasta ese momento y casi sin darnos cuenta se fue instalando, natural y espontáneamente, un modo más reflexivo.
Nos llamó la atención también que los cuestionamientos que se le hacían no lo enojaban y todo, o casi todo, lo convertía en una fuente de aprendizaje.
Fue una experiencia muy nutritiva y aún cuando han pasado ya varios años, continuamos utilizando varios de los conocimientos que nos transmitió y lo recordamos con cariño.
Es decir, que algo aprendimos sobre Mentoring, o sobre qué y cómo podemos hacer para "mentorear".
Bien, todo esto es una anécdota, pero lo que más me quedó de la experiencia con este profe fue lo que ocurrió el último día que lo vimos, la última clase.
Al comenzar la misma nos dice que no consideraba tan importante que hubiéramos aprendido algo sobre Mentoring; que si nos llevábamos puesto algo de lo visto y lo podíamos aplicar, fenomenal!, pero que lo más importante que tenía para decirnos era lo siguiente:
Que la vida nos brinda la oportunidad para hacer lo que más deseamos, lo que más nos gusta, y si por algún motivo no podemos lograrlo, en ocasiones nos da una segunda oportunidad, y que rara vez nos ofrece una tercera oportunidad, pero que sepamos que no hay un número infinito de oportunidades para hacer lo que uno más quiere. El mensaje era que no las dejemos pasar, que estemos atentos, que no estemos distraídos.
Y nos cuenta que cuando él era joven, de unos 18 años, encantado por la música de jazz y especialmente fascinado por la calidad del trompetista Louis Armstrong, quiso estudiar trompeta.
Pero también nos contó que cuando era un niño de 8 años se había caído jugando a la pelota y se había roto los dos dientes incisivos y como la boquilla de la trompeta hace presión sobre ellos, su dentista le dijo que si no quería sacar los dientes de dentro de la trompeta algún día, la dejara.
Nos contó que fue todo un duelo y "duelar" esa imposibilidad de hacer algo que él tanto quería; tocar la trompeta, fue muy doloroso.
Ya con casi 60 años, se propuso intentar con el trombón, que por tener la boquilla un diámetro mayor que la de la trompeta, pensó que ésta apoyaría más sobre la encía que sobre los dientes.
Se incorporó entonces al Conservatorio de Música y probó durante un año con el trombón. Estaba bueno, pero no era lo que quería; él quería tocar la trompeta. El objeto del deseo no puede ser cualquier cosa, siempre se trata de algo único nos dijo.
Habló entonces con el profesor de trompeta del conservatorio, le explicó el problema que tenía con sus dientes y el profe le dijo que, el mejor trompetista del mundo no fue Louis Armstrong, sino un francés llamado André Moreau.
Que en ese momento era un hombre muy mayor y que por tener más de 80 años y aún tocaba la trompeta, tenía dificultades con sus dientes, por lo cual se había hecho construir una boquilla con un saliente que él apoyaba en la parte superior al labio y así presionaba sobre la encía y no sobre los dientes.
Nos contó que a partir de esa explicación se dio a la tarea de construir ese saliente con resina epoxi a una boquilla de trompeta; la fue limando y modelando hasta que logró que de esa boquilla saliera el sonido que la trompeta amplificaría.
Contó que con gran emoción fue a ver al profe y con una trompeta del Conservatorio pudo tocar algunas pocas notas.
Así pudo cursar tres años y hasta tuvo su "momento de gloria" dijo. Al finalizar el tercer año, en el marco de la asignatura Conjunto Instrumental, los estudiantes de diferentes instrumentos hacían una presentación y nos dijo que fue grabada y que había sido subida a Youtube.
Antes de comenzar su cuarto año de estudio, pierde notoriamente la audición y no puede continuar con la música y su querida trompeta.
Por qué nos contó esta historia en ese último día de clase?
Nos dijo que esa era la última clase en su vida como docente, pues su hipoacusia le impedía continuar, especialmente por el modo en que él lo hacía, ya que con preguntas iba avanzando a partir de las respuestas que los alumnos daban.
Nos dijo que amaba la música y la docencia y que lamentablemente no podría continuar, y que lo que lo que más le importaba brindarnos, más allá de la experiencia del Mentoring, era el mensaje de que no dejemos de hacer lo que más quisiéramos en nuestras vidas.
Que la vida le había dado dos oportunidades con la trompeta, a los 18 y casi a los 60 y que le hubiera encantado que hubiera sido por más tiempo, pero que estaba feliz de haberlo buscado y logrado.
Terminó no solo él con lágrimas en los ojos y varios de nosotros nos acercamos a abrazarlo.
Fue una experiencia única en mi vida universitaria.
Algo del Mentoring suelo aplicar, pero lo más lindo e importante que me dejó y lo que más le agradezco, es lo que me regaló en esa última clase.
Siempre lo recuerdo y creo que lo seguiré recordando.
Eduardo Larriera
13 10 2020
CONVICCIONES, CORAJE E INCONSCIENCIA
Convicciones, Coraje e Inconsciencia
Estábamos el grupo de amigos ex compañeros de la secundaria conversando. Hacía ya un tiempo que no nos reuníamos recordando anécdotas graciosas de la adolescencia como era habitual en cada encuentro.
Pero ese día, a partir de un comentario que hace Pedro, uno de los muchachos, menciona una palabra que a Juancho le conecta con situaciones pretéritas de su vida y comienza a relatar un par de anécdotas que me resultaron curiosas e interesantes.
Pedro nos contaba de un viaje que hizo al norte de España, Asturias y que había disfrutado mucho de una hermosa caminata que hizo por un desfiladero que parte de Santo Adriano de Tuñón, lugar en que se encuentra una antigua parroquia cuya construcción data del año 1110, que luego fue ampliada varias veces en siglos posteriores. Nos contaba que su construcción guarda un estilo prerrománico, etc.
Juancho, otro de nuestros compañeros, sintió que la palabra Tuñón obrió en él como un disparador que le llevó a activar memorias de tiempos jóvenes de su vida, que no tenían nada que ver con la iglesia de San Adriano de Tuñón, pero que le activó un recuerdo de algo que sintió ganas de compartir con nosotros.
Nos dijo que se trataba de una anécdota que hablaba de él; de cierto modo de moverse en el mundo en aquella época de su vida en la que esa historia tuvo lugar.
Valen las asociaciones entonces; Tuñón resultó ser el apellido del Secretario Gremial del Sindicato del Seguro en la época en que Juancho se desempeñaba como Gerente de Personal.
Nos decía Juancho que la anécdota tiene que ver con el coraje necesario para asumir los riesgos que implica tomar una decisión. Luego de un breve silencio, como si hablara consigo mismo manifestó: coraje o inconsciencia?.
Dijo que pensaba que esto de asumir riesgos es algo que nos cuesta porque es como desafiar a los demonios, que hemos sido "educados para el no coraje, para no tomar riesgos": "no te metas, no des la cara, deja que hablen otros, cuídate, etc."
El relato de la situación es el siguiente: se trataba de la primera reunión que tendría Juancho, en su rol de Gerente de Personal con el Sindicato.
Llegan a su despacho entonces Tuñón y un "Guarda espalda", tipo "pata de plomo", hombre alto, corpulento y con un gesto en su cara y mirada de malo.
Juancho les invita a sentarse. Tuñón se sienta y el otro no, se queda de pié detrás de Tuñón, recostado en un mueble y clavaba sus ojos en Juancho con una mirada intimidatoria.
A poco de iniciar la conversación, decía Tuñón que, entre diversos planteos que el Sindicato venía haciendo a la empresa sin tener respuestas satisfactorias, había uno que no podía esperar más, que se trataba de hacer una revisión de las remuneraciones de los compañeros.
Que con la empresa las cosas estaban muy mal y esto venía ocurriendo desde hacía ya mucho tiempo.
Que si no se les daba una respuesta satisfactoria y urgente, decía Tuñón, sacarían a la gente al patio, harían una asamblea y pararían la empresa.
La locación de la empresa era en un edificio antiguo estilo Petit Hotel y el "Patio" era el espacio al que antiguamente entraban los carruajes, lugar que en ese tiempo era utilizado como pequeña playa de estacionamiento para los coches de los cuatro o cinco capos.
Frente a ese planteo a Juancho no se le ocurre mejor idea que decirles que el circo intimidatorio que le estaban montando no le inquietaba, pues se trataba de algo conocido por él, ya que unos años antes él había estado "del otro lado del mostrador".
Les dijo que había sido Secretario de Organización y Cultura del Sindicato de un gremio y que si querían, fueran a tal dirección, que estaba a pocas cuadras, en la avenida Callao, preguntaran por él y que les podrían informar quien era.
Y agregó que con esto les estaba poniendo en sus manos una información que el Director Ejecutivo no tenía, con lo cual ellos podrían hacer lo que quisieran y que luego, seguramente tendrían que conversar con algún otro tipo en lugar de con él.
Les dijo que les proponía que ellos le plantearan lo que necesitaran para que sus afiliados los quisieran y él les diría lo que a su entender sería factible hacer y lo que no, pero que ellos podrían sacar a la gente "al patio" todas las veces que quisieran si les parecía el mejor camino.
Luego de esto el "pata de plomo" se sentó, la conversación continuó muy amablemente y durante los años que estuvo Juancho allí lograron varios acuerdos y tuvieron siempre una relación muy cordial. En ese período nunca sacaron a la gente "al patio".
Nos decía Juancho que él estaba muy consciente del riesgo que tomaba al compartir con Tuñón esa información de sus antecedentes como gremialista, ya que en esa perversa empresa podría haber salido todo mal. Pero salió bien.
Me gustó y me resultó interesante la anécdota de Juacho. Fue una reunión de compañeros de la secundaria diferente y recuerdo esta historia porque me llevó a reflexionar y darme cuenta de los diferentes modos en que podemos usar la cuota de poder con que contamos.
También pensé mucho sobre la diferencia entre el coraje y la inconsciencia, pues ambas nos pueden llevar a tomar decisiones con diferentes consecuencias.
En algún pasaje de su relato Juancho nos dijo que el coraje nos permite analizar y medir los riesgos que tomamos y la inconsciencia en cambio, nos puede llevar a pasar a la acción impulsivamente y caer en situaciones de riesgo no calculado.
Recordando y repasando una y otra vez la narración de lo ocurrido, la verdad es que no me doy cuenta si en el caso de Juancho hubo más de coraje? o de inconsciencia?.
Él disfrutaba al avanzar en el relato. Mostraba y reconocía que en este modo de encarar y resolver esta y otras situaciones de su vida encontraba un hilo conductor que le producía satisfacción.
pregunta que nos hacíamos al escucharlo era, cómo podía jugar con estas antípodas, hacerlo de un modo original y ver que hasta le producía placer?.
Evidentemente su proceso asociativo esa noche lo llevó a caminar por otros tramos de su vida profesional y nos contó que en una época anterior había trabajado durante varios años para una empresa automotriz. Había sido Capacitador y Consultor en el área de Manufactura.
Mantenía reuniones, coordinaba cursos y talleres, realizaba sesiones de consultoría con todos los niveles de la planta industrial, desde el Director de Fábrica, los Gerentes, los Superintendentes, Encargados, Capataces y Operarios.
Evidentemente Juancho no es una persona simple, más bien diría que es un tipo complejo. Compartió con nosotros algunas preguntas que se hacía a sí mismo en aquella época. Se preguntaba por ejemplo, para qué lo contrataban sus empresas clientes?.
Supuestamente para lograr mejoras en la productividad; y qué hacía él?, decía con emoción y cierto orgullo que para él en ese tiempo sentía que había logrado el "sueño del pibe".
Le pagaban para que él pudiera ayudar a la gente a ampliar su visión, consecuentemente estar mejor, sentirse bien, atender su salud y la de sus familias, armar sus proyectos vitales, cuidarse a sí mismo y a los suyos.
Nos decía que su convicción era y seguía siendo, que lo que es bueno para cada una de las personas también terminará siendo bueno para las empresas, ya que partía de la premisa de que las Organizaciones siempre funcionan mejor si la gente se siente bien.
Decía que esto era lo que le daba sentido a su trabajo.
Relató, entre otras cosas, una escena de un día en que iba caminando por un largo pasillo en la zona de oficinas y ve que a lo lejos venía un Operario. Al acercarse podía reconocerlo como alguien con quien alguna vez había estado en contacto.
Cuando ya estaban por cruzarse, el Operario le dice: "vos sos Juancho, no?; sí le respondió él. Siempre me acuerdo de algo que nos dijiste y me quedó marcado: "El cuerpo siempre avisa y nunca miente".
Nos contaba con un sentimiento de satisfacción que la empresa automotriz le pagaba para que él pudiera trabajar sobre estos temas de la vida, de la salud, la prevención, en fin, ayudando a que la gente se cuidara, ganara protagonismo en sus vidas y se sintiera bien.
Sentía que era legítimo hacer lo que hacía y aún cuando reconocía cierta veta transgresora, nos decía que para él era importante tener claro en qué punto estaban los límites que le marcaban si lo que hacía estaba reñido o no con sus propios valores y cuando se trataba de hacer las cosas de un modo diferente y mejor de lo rutinariamente establecido.
Agregó que siempre para poder hacer contribuciones creativas hay que poder desafiar y transgredir cierto orden establecido.
Qué tipo!, esta faceta no se la conocíamos. Pero luego, ya en otro momento, fuera de la reunión de amigos, haciendo una mirada retrospectiva yo podía reconocer que algo de esto había sido una constante en su vida.
Decía Juancho que este recuerdo le surgió espontánea y curiosamente en este encuentro por el disparador de la palabra Tuñón, que lo conectó con la primera anécdota relatada y luego tuvo asociaciones que lo llevaron por otros caminos placenteros de su experiencia, que han formado parte de su vida y que lo conectan con cosas que pudo hacer con gran satisfacción.
Recuerdo este encuentro de amigos como uno diferente a los que habían sido otros anteriores, en los que los temas de conversación giraban de un modo predominante sobre los recuerdos de las travesuras realizadas en nuestra adolescente vida de estudiantes de la secundaria.
En este caso Juancho puso "sus tripas" en estos relatos vívidos de su experiencia de vida profesional y compartió con nosotros las huellas que fue dejando en su camino por el mundo del trabajo y las que su trayectoria había dejado en él.
Eduardo Larriera
28 10 2020
viernes, 13 de abril de 2018
viernes, 15 de diciembre de 2017
50
Publicaciones Semanales Breves 50 - 15 12 2017
Regalémonos salud en estas fiestas
Uno siempre tiene algún amigo al que le pasan cosas.
En este caso se trata de alguien que desde hace ya un buen tiempo
no logra disfrutar de su vida con su pareja; suelen generarse discusiones,
muchas veces por cuestiones banales, pero que van dejando un creciente sabor amargo
y lesionando el vínculo.
Luego de cada desencuentro, por decirlo de un modo suave, ambos
quedan resentidos, con un importante malestar, que suele prolongarse por un día
o más.
Como ya hemos tratado anteriormente esta temática de las
situaciones conflictivas, sabemos que, en la gran mayoría de los casos, las
personas discuten e incluso pelean, pero no es tanto por el tema en discusión,
sino por algo más subterráneo:
·
Quien es quien tiene la razón,
·
Quien sabe más
·
Quien gana
·
Quien manda, etc.
No se trata de que la
pareja se interne en una de las llamadas "terapias de pareja", en
realidad el problema está más centrado en la configuración del aparato psíquico
y emocional de cada uno, por lo que una "terapia de pareja" aportaría
poco.
En situaciones como ésta, el pronóstico de tal intervención no
sería el mejor, pues lo que habitualmente termina ocurriendo en casos como éste,
es que las intervenciones pueden estar bien pensadas terapéuticamente para un
abordaje individual, pero que al ser colocadas en presencia del otro, lejos de
ayudar, pueden entorpecer más las cosas.
Es como si se realizara un proceso terapéutico, que sabemos debe
ser llevado a cabo en condiciones de privacidad, al desarrollarse en presencia
del otro, que es además, con quien tengo el conflicto abierto, empeora las
cosas en lugar de mejorarlas.
Si ésta fuera la condición, con frecuencia esta intervención agrava
las cosas más que ayudar a clarificar las causas posibles y los destinos
buscados por cada uno en los enfrentamientos.
La recomendación entonces gira en torno a que cada uno realice su
propio trabajo terapéutico en un proceso personal, en forma individual, para ampliar
el conocimiento de sí mismo, de modo que le permita ser consciente del accionar
de los propios resortes internos.
Darse cuenta por ejemplo del destino de sus intervenciones cuando
por ejemplo, frente a situaciones en las que le resulta difícil hacer
propuestas o brindar respuestas positivas y constructivas, espontáneamente
manifiesta propuestas negativas o destructivas.
Y si luego de haber revisado y logrado cierta consciencia sobre su
propio accionar las cosas en lo vincular siguieran por mal camino, quizás
podría ser ese un momento para ser ayudados a escuchar intervenciones centradas
en la mejora de la dimensión vincular, ya no en lo personal.
Desde el comienzo de nuestras publicaciones hemos hablado de la
importancia de la percepción y nos hemos referido también al papel que juegan
nuestros supuestos psicológicos como fuerzas que accionan en contra de la
calidad de la percepción.
Ser conscientes de nuestros supuestos, preconceptos, prejuicios
será muy saludable para comprender cómo nos condicionan en nuestras acciones
Hacemos mención a modo de ejemplo de algunas indicaciones simples
y de sentido común, que pueden ayudar a darse cuenta de en qué situación se
encuentra uno mismo con vistas a poder imaginar el destino de la relación; por
ejemplo:
·
La observación de la recurrencia
de las temáticas que generan conflicto,
·
La duración de los tiempos de
enfado,
·
Cómo y en qué termina cada
desencuentro,
·
La cantidad de días en que se
encuentran bien y que están mal,
·
La tendencia de la situación: va
para mejor o para peor,
En fin, son simplemente algunos indicadores que dan cuenta del
estado de la relación y del destino posible. Poder percibir con claridad su evolución
puede ayudar.
La idea es que la observación de alguno de estos indicadores, entre
otros, pueda ayudar a recurrir a tiempo a la búsqueda de un proceso de
asistencia antes de que el deterioro del vínculo pase el límite del que ya no
habrá retorno.
Lo compartido en este escrito no es exclusivo de los vínculos de
pareja, pues como ya hemos dicho, para resolver estas cuestiones internas no
hay pastillas ni vacunas; lo único que podemos hacer es trabajar sobre nosotros
mismos, en un proceso de auto percepción y reflexión que nos ayude a estar cada
día en condiciones más saludables.
Toda situación de ansiedad, de angustia, de enojo, de inseguridad,
de pérdida del humor, de miedo, de rabia, etc. afecta nuestra salud.
Tengamos esta alerta a la vista como regalo para estas fiestas
navideñas.
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