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Publicaciones Semanales Breves 47 - 07 10 2017
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SALUD Y STRESS - Trabajar sobre Uno Mismo Mejora el Stress
(Continuación)
Ansiedad y angustia
Dando
continuidad al artículo anterior (46), digamos que la ansiedad es un signo de debilidad, es un
indicador de falta de centramiento en lo propio, en uno mismo.
Como
hemos tratado en el artículo anterior (45), sin duda es un signo de fortaleza
la capacidad de ataque que una
persona posee. Además son indicadores de fortaleza la capacidad de eludir o esquivar y también la paciencia. Esta última como sinónimo de
la fortaleza que se experimenta cuando uno siente que puede esperar
pacientemente el desarrollo natural de los acontecimientos esperados o planificados,
porque sabe que el curso de acción trazado es correcto.
Por
lo tanto si la paciencia es signo de fortaleza, la impaciencia lo será de
debilidad. Y la impaciencia se manifiesta en estados de ansiedad. Es la
dificultad para permanecer pacientes. Es el estado de “nerviosismo” que nos
indica que estamos dubitativos, temerosos o inseguros. Pero no existe todavía
un compromiso corporal, ya que todo este proceso se desarrolla en un plano
mental y genera una manifestación emocional, que habitualmente es transitoria.
La
angustia en cambio ya es corporal, compromete una zona u órgano de nuestro
cuerpo y si establecemos un circuito vicioso, sobre esa zona u órgano se
instalará el síntoma primero y luego la enfermedad.
Es
como si se tratara de un caudal energético que no logra encontrar un canal
adecuado para circular e impulsar las ideas y pensamientos resolutivos.
Si
pudiéramos facilitarle un camino posible de circulación a dicha energía, ésta
se transformaría en el elemento motorizante y potenciador del cambio. Una de
las formas en que podemos facilitar ese cambio es trabajando en la búsqueda de
cómo llevar a cabo las acciones íntimamente ligadas a nuestros deseos.
Seguramente
aquella energía que estaba produciéndonos la angustia pasa a impulsar las ideas
que nos facilitarán el camino hacia la satisfacción de nuestros deseos hoy
insatisfechos. Es natural entonces que cuando iniciamos este trabajo y
comenzamos a visualizar el proyecto como algo factible, la angustia comience a
ceder.
El trabajo sobre uno mismo y la salud
El
trabajo sobre uno mismo y sobre el propio proyecto significa tomar un rol
activo frente a las dificultades y frente a los deseos, saliendo así de la
pasividad “quejosa” que tanto nos debilita y enferma. Es importante subrayar
que se trata de una manera de activar los propios recursos para generar
acciones pro-activas y auto-curativas.
Como
adultos ya sabemos que nada resulta gratuito en la vida y como ya dijimos todo
tiene su costo. Quizás nuestra libertad radique en elegir en qué “moneda” pagaremos
cuando nos conectamos con nuestros inquietantes deseos.
En
algunos casos será afrontando el cambio
y en otros, tal vez, haciéndonos cargo de nuestras propias limitaciones y
teniendo que aceptar el precio del no
cambio renunciando a él.
Los
estados de ansiedad que con frecuencia se generan al atravesar este proceso,
limitan nuestra capacidad para establecer prioridades, tolerar los tiempos de
espera de cada paso o visualizar anticipadamente soluciones ante las dificultades.
Una conclusión
Destacamos
la importancia de desarrollar permanentemente nuestra capacidad
auto-perceptiva, ya que los datos diagnósticos que obtendremos nos permitirán
trabajar sobre nuestra ansiedad e impaciencia, rescatando la fortaleza con que
contamos, que será necesaria para crear alternativas de salida, creando nuevos
caminos.
Así
es que los tiempos interiores de estos procesos de cambio no siempre irán de la
mano de los rápidos tiempos industriales. Nuestro reloj interno es más lento.
A
mayor compromiso afectivo, más lentos serán los procesos de cambio porque más
comprometidos estaremos atendiendo a una mayor cantidad de variables. En
realidad, es bueno que esto sea así, porque el contar con ese tiempo de
elaboración interna, nos preserva de desestabilizarnos.
Soportar
con paciencia el tiempo que requieren estos cambios es templar nuestra
fortaleza y nos permite diferenciar los actos espontáneos de los impulsivos.
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