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Publicaciones Semanales Breves 42 - 17 08 2017
Nuestros "patrones" de conducta y otras yerbas
En la publicación anterior nos hemos referido a nuestros
patrones de conducta.
Hoy me gustaría ilustrar con un ejemplo, un poco inventado pero
tomado de la realidad, que nos facilite la comprensión de este proceso mediante
el cual, hemos ido creando patrones de conducta, o matrices que han sido
modeladoras de nuestro modo de estar en el mundo.
Imaginemos una criatura pequeña, que en determinado momento
se resfría, o contrae una gripe, o
desarrolla una angina; levanta algo de temperatura, entonces la madre no va a
su trabajo, pues se queda a cuidar y acompañar a su hijo.
El pequeño no tiene la madurez como para pensar y relacionar
un hecho con el otro: "me enfermé y mamita se quedó conmigo", pero sí
tiene la capacidad de percibir que, lo que él más quiere, que es estar al lado
de su madre, ocurre.
A los diez o quince días repite el cuadro febril, que se lo
definirá como una recaída.
Si el pediatra no fuera muy lúcido podría ocurrir que recete
una batería de antibióticos como para eliminar bacterias del tamaño de
elefantes.
Afortunadamente eso no es lo que ocurre más frecuentemente.
Si el pediatra en cambio tiene una visión amplia que va más
allá de lo estrictamente médico y puede percibir que ya existen mecanismos muy
rudimentarios, pero efectivos, que llevan a establecer alguna conexión entre
una situación (la fiebre) y la otra (mamá se queda conmigo), indicará otras
medidas de atención y cuidado, orientadas a crear condiciones adecuadas para ayudar
al bebe.
En realidad, ¿qué es lo que ocurre?
El mecanismo empleado por el niño es eficaz, pues logra lo
que desea: que su madre se quede con él y decimos que es eficaz, pues logra su
cometido.
Lo que el bebé no percibe es que el costo de aplicar este
mecanismo es el más alto, pues lo paga en la moneda salud.
Pero por ser eficaz, intentará aplicarlo más de una vez y si
ni los padres ni el pediatra logran comprender lo que está ocurriendo
subterráneamente, el niño continuará intentando resolver sus estados de
ansiedad y angustia de este modo.
Es muy probable que si el entorno familiar lo favorece, este
mecanismo con el tiempo, vaya consagrando un modo de respuesta ante las
situaciones en las que esta personita se sienta débil, inseguro, vulnerable...
y termine conformando una "matriz de conducta" que se activa, por
decirlo de un modo simple, automáticamente.
Se irán repitiendo entonces los episodios en los que se
afecta su salud, pues es la forma de llamar
y conseguir la atención; en esta primera etapa de la vida, atención de
la mamá y luego, de este modo llamará la atención de otras personas de su
entorno próximo.
Si con el correr del tiempo no se desarrolla una percepción
y comprensión de lo nocivo de este dinamismo interno, es muy probable que esta
persona desarrolle un estilo predominantemente dependiente, donde para él será
muy natural instalarse en un rol demandante, y si no media una acción
esclarecedora, más adelante puede cristalizarse en este modo de estar en el
mundo, dependiente y demandante.
La etiología de algunos cuadros asmáticos suele estar
íntimamente vinculada a este fenómeno. Resulta muy claro cuando podemos
observar las circunstancias en las que se manifiesta la sintomatología de la
falta de aire, la sensación de ahogo, donde habitualmente encontraremos que se
hace patente la sensación de inseguridad y necesidad de apoyo.
¿Qué es lo importante?
·
Tener muy en claro que estamos hablando de
matrices de conducta que no han sido heredadas genéticamente, sino que han sido
construidas por uno mismo ante vivencias que nos llevaron a sufrir.
·
Que si nosotros mismos las hemos construido en
un momento de nuestra vida, ahora ante la evidencia de su disfunción las
podemos modificar o reemplazar por nuevas matrices que hoy podemos construir.
·
Que esta tarea es difícil si la quisiéramos
hacer en solitario, por lo que será importante estar atentos para encontrar un
buen acompañamiento terapéutico.
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