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Publicaciones Semanales Breves 39 - 28 07 2017
El enojo, la frustración y sus consecuencias
Cuando estaba haciendo mi formación
como psicoanalista, tuve el privilegio de estudiar más de cinco años con el Dr.
Fernando Ulloa.
Una de las personas más lúcidas que
conocí en mi vida.
Entre sus frases célebres estaba
ésta: "En las cosas del amor, el que se enoja, pierde".
Hace unos años, cuando estaba en la
tarea de escribir mi libro "El Conflicto como Motor del Cambio" le
pregunté si yo podía hacer el siguiente agregado a su frase que quedaría así:
"En las cosas del amor y de la vida en general, el que se enoja,
pierde".
Me dio su acuerdo.
No disponemos de un botón que al
oprimirlo evitamos enojarnos, ni otro que nos desenoje; tampoco hay pastillas
ni vacunas para evitarlo.
Se trata de un cambio en el estado
de ánimo que nos genera pérdidas. "El que se enoja pierde".
¿Qué perdemos?
Perdemos salud, pues la tensión que
se produce no es buena; perdemos capacidad perceptiva, pues desde el enojo se
incrementan nuestros puntos ciegos; puntos ciegos intelectuales y emocionales;
perdemos inteligencia, pues nuestro intelecto se eclipsa por el desplazamiento
del área emocional sobre la intelectual, tal como hemos visto en una de las
publicaciones anteriores; también disminuye nuestra capacidad creativa, es
decir, la posibilidad de crear alternativas de solución al tema que nos enoja,
perdemos humor, que es una de las reservas de salud más importantes que tenemos
las personas.
Con respecto a la forma en que se
manifiestan nuestros enojos, debemos decir que existe una suerte de mecanismo
que funciona de un modo automático.
No estamos pensando en enojarnos;
el enojo ocurre por dificultades que se nos presentan cuando no podemos
satisfacer nuestros deseos.
Es habitual que el enojo vaya
acompañado de un sentimiento de frustración por no poder acceder a lo que
deseamos y viene uno a caballo del otro, el enojo y la frustración.
Este automatismo, por llamarlo de
un modo sencillo y descriptivo, es algo común a los humanos.
Cuando nos referimos a los diversos
modos de reaccionar de diferentes personas, hablamos del carácter, y solemos
calificarlas como de buen carácter, mal carácter, carácter "podrido"
y otros calificativos de más grueso calibre.
¿Qué podemos hacer frente a estas
manifestaciones que se activan de un modo ajeno a la voluntad?
Hemos dicho en publicaciones
anteriores que una buena psicoterapia favorece modificaciones estructurales de
la personalidad que producen cambios.
Sin embargo, también dijimos que no
todo puede ser cambiado, es decir que hay características, aspectos, conductas,
ciertas actitudes que pueden cambiar, pero también que hay aspectos nucleares
que hacen a la esencia de la persona que no van a cambiar.
Recordarán que en la mencionada
publicación dijimos, algo groseramente que "alguien que es un H. de P no
va a cambiar".
Entonces ¿cómo será esto de
enojarse?, no enojarse?, enojarse poco, mucho o casi nada?, ¿será algo sobre lo
que valdrá la pena trabajar o será inútil?.
En las primeras publicaciones
hablamos de la importancia de la percepción y dijimos que todo se inicia con la
percepción, por lo que si no percibimos los beneficios o los perjuicios de algo
que nos acontece como un problema, no haremos nada para solucionarlo.
Una psicoterapia dinámica tiene
como objetivo primordial acompañar al consultante a ampliar su visión, y en la
medida que ello va ocurriendo ayuda a que el consultante se vaya instalando
pacientemente como paciente.
Dadas estas condiciones, aparecen
cada vez mejores posibilidades de trabajar sobre uno mismo en la búsqueda de
dinámicas cada vez más saludables y ocurre que como por arte de magia, que no
es magia, sino el fruto del trabajo personal sobre uno mismo, nuestras partes
dolientes se van reparando, los síntomas van cediendo, en consecuencia, la
salud se va recuperando.
Con la intención de ayudar a
quienes quieran experimentar una suerte de autodiagnóstico, ofrezco dos
gráficas que nos permiten ver diferentes modos de reacción ante las
frustraciones y el enojo e invitar a que cada uno reflexione sobre los modos
más saludables y los menos saludables.
En la curva 1 vemos la respuesta al enojo de una persona que
permanece mucho tiempo enojada y en la curva 2 un funcionamiento más saludable;
está un breve tiempo enojada y se desenoja rápidamente.