YO...
Y EL SÍNDROME DE ÉXITO
“Síndrome de
éxito”... ¿pero qué es eso?, será algo nuevo que han inventado ahora para
mantener viva la idea de que la gente de empresa contamos hoy ya casi con un
diccionario propio: “zona de confort”, “coaching”, “outsorcing”, “team
building”, “outplacement”, “planing” y un enorme etcétera. Por lo menos éste
nuevo término viene en español, pero, ¿no sería bueno también traducirlo al
inglés?
Cuando percibo que he alcanzado un elevado nivel
dentro de la empresa y comienzo a experimentar esa “dulce” sensación de que “he
llegado”, que lo he logrado gracias a mis propias competencias, entonces es
bueno que vaya sabiendo que estoy en riesgo de comenzar a padecer del “síndrome
de éxito”.
El síndrome de éxito es una especie de ataque de
autosuficiencia que me lleva a percibir las cosas de un modo tal, que si algo
no funcionara como se espera, comenzaré por sentir que alguien, que obviamente
no soy yo mismo, no ha hecho las cosas bien.
Cuando comienzo a padecer del síndrome de éxito,
también dejaré de tener presente conceptos que he estudiado tanto en la carrera
de grado como en alguno de los tantos master cursados con éxito.
Conceptos básicos, por ejemplo vinculados al
principio de autoridad, donde he visto que lo que sí puedo delegar son las
tareas, pero que no es posible delegar
la responsabilidad por la realización de tales tareas y el logro de los
objetivos asociados.
Algo que pone en evidencia que estoy padeciendo de
este síndrome está en la forma en que intento explicar las dificultades en los
logros. Hasta puedo convertirme en alguien muy eficaz para explicar el porqué no se ha sido eficaz en el logro de lo esperado.
El síndrome de éxito nos afecta de tal modo que
podemos olvidar estos conceptos elementales: si la responsabilidad no se puede
delegar, debo saber que continuaré siendo responsable tanto de lo que mi equipo
de colaboradores pueda lograr como de sus fallos y sus eventuales fracasos.
En este contexto, es muy probable que me vaya
convirtiendo cada vez más en una persona con dificultades para escuchar
comentarios, sugerencias y preguntas que promuevan una reflexión útil para el
crecimiento.
Ello tiene su lógica, pues si es síndrome de éxito,
me lleva a suponer que ya he crecido lo suficiente, ya lo aprendí, que a quienes
les falta aprender es a mis colaboradores y no es mi responsabilidad
enseñarles, pues ellos deben aprender a buscarse la vida tal como lo hice yo.
Me resultará difícil detenerme a escuchar
abiertamente a lo que los otros tengan para decirme. Sentiré que no necesito
psicólogos, terapeutas, coaches ni nada de eso, pues yo ya lo sé.
Sentiré que he alcanzado la posición de “vaca
sagrada”, y sólo me sentiré mal si ocurre alguna circunstancia en la que “por
culpa de algún incompetente”, (que es cierto que los hay), ocurrió la
dificultad.
Tampoco me preguntaré acerca del porqué hay algún
incompetente en mi equipo, seguramente pensaré que se trata de una
incompetencia del área de selección de personal, de “estos de recursos
humanos”.
Cuando estoy en la posición de “vaca sagrada”, no me
pregunto si yo he tenido alguna responsabilidad por aceptar a la persona que me
fue propuesta por Recursos Humanos.
Parte del problema consiste en no poder reconocer
que el proceso de crecimiento recorre un camino en espiral, que no se trata de
un camino lineal.
Si
recorremos nuestra historia personal, seguramente hallaremos situaciones y
momentos en que hemos experimentado el sentimiento de “vaca sagrada”, ese
estado de enamoramiento de nosotros
mismos, que nos ha llevado por momentos a sentir que somos casi unos genios. Y
¿porqué el casi?, muchas veces ese casi está de más.
Y si prestamos atención, en esa mirada de nuestra
historia seguramente encontraremos también situaciones y momentos posteriores
al estado de vaca sagrada que nos conectan con la otra cara de la moneda
descubriendo que luego de alguno de esos momentos de éxtasis le han seguido
otros más difíciles y hasta de fracaso.
También es probable que nos haya costado percibir y
comprender sobre los motivos de esta falta de éxito y aún menos reflexionar
sobre ello.
Si no pudimos otorgarnos la posibilidad de mirarnos
a nosotros mismos con una curiosidad sincera que nos ayude a comprender lo que nos ocurrió, no habrá Consultor, ni
Coach que pueda ayudarnos.
No existen vacunas que nos protejan del “síndrome de
éxito”, se trata de lanzarnos a la tarea de aprender de nuestra propia experiencia, para poder comprender qué es lo que nos ocurre,
para así poder aceptar luego
nuestras limitaciones expresadas en dicho fracaso y poder iniciar entonces un
paciente y útil proceso de fortalecimiento a partir de una saludable reflexión
que nos permita crecer.
Pues para poder cambiar, mejorar, crecer, es
necesario que podamos aceptar nuestras limitaciones. Pero si estamos atacados
por el síndrome de éxito, esto no será posible.
Más aún, es probable que con el devenir del tiempo
este síndrome se instale cada vez más, se quede a vivir dentro nuestro y nos
lleve a desarrollar un comportamiento que nos produzca un creciente sufrimiento
y les haga la vida muy difícil a quienes nos rodean.
¿Qué podemos hacer entonces?. Quizás varias cosas,
aunque no son muchas, pero es muy probable que ayude, (aunque nunca es seguro)
observarme a mi mismo y estar muy atento, para que ante la percepción de los
primeros atisbos de los síntomas del síndrome de éxito poder buscar ayuda,
sabiendo que esta ayuda, bien podrá ser la que proporcione un profesional, tipo
Coach, Mentor, Psicoterapeuta, etc. o la de algún amigo o colega que cuente con
por lo menos estas tres cualidades:
1
Ser una buena
persona, es decir, que se interese genuinamente por mi y lo que me ocurre;
2 Que tenga “visión”,
es decir capacidad para ver un poco más allá de lo inmediato y tomar
perspectiva con la situación y finalmente,
3
Que sepa algo
del tema.
Lic. Eduardo Larriera
Psicólogo, Terapeuta y
Coach Profesional Senior Certificado
Teléfono: 00 11 3069 4455
Correo electrónico: elarriera@gmail.com - larriera@yahoo.es
- elarriera@coachingmayeutico.com
Página web: www.coachingmayeutico.com
- Blog: http://eduardolarriera.blogspot.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario